ZONA CRÍTICA
Ismael García M.
X: @May_Garcia_M_
Oaxaca, Oax., a 2 de
diciembre de 2024.- ¿Qué tiene que ver la extinción de los órganos autónomos,
principalmente el de transparencia, con el estado de Oaxaca? Bueno, en primer
término que a esta entidad como a todo el país, le afecta porque si de por sí
era difícil que las entidades públicas rindieran cuentas acerca del gasto
público, con la desaparición del Instituto Nacional de Acceso a la Información,
lo será más. En segundo lugar,
justamente fue en Oaxaca, hace más de tres décadas, en que nació la idea de
crear una institución que obligara al Estado a entregar información pública,
iniciativa surgida desde medios informativos y un grupo de intelectuales. Sin embargo, la semana
pasada, el Congreso de la Unión determinó desaparecer siete órganos autónomos,
entre ellos el Instituto Nacional de Acceso a la Información y el Coneval. La razón: que eran
onerosos, burocráticos, que eran corruptos, que no servían y que su función la
podían absorber otras entidades públicas. LA GÉNESIS Ya en 1977 hubo un
atisbo de transparentar el poder público del país, al agregar al artículo sexto
de la Constitución Política de México que el derecho a la información será
garantizada por el Estado. Evidentemente que por
muchos años fue letra muerta y la discrecionalidad en el gasto y las acciones
de gobierno fueron la constante. Fue en mayo del año
2001 en que, a iniciativa de algunos medios de comunicación y de especialistas,
comenzó a concretarse la exigencia de transparencia, a través de un
conglomerado que posteriormente fue conocido como “Grupo Oaxaca”. La Universidad
Iberoamericana, la Fundación Información y Democracia, la Fundación Konrad
Adenauer, el periódico “El Universal”, la Asociación Mexicana de Editores
(entre ellos el diario “El Imparcial” de esta entidad) y la Fraternidad de
Reporteros de México, convocaron a una mesa de análisis denominada “Derecho a
la información y reforma democrática”. A partir de ahí,
mediante un desplegado, comenzó en México la idea de crear una ley de
transparencia para obligar al Estado a rendir cuentas. Fue hasta octubre del
mismo año en que se materializó una iniciativa de Ley de Transparencia y Acceso
a la Información Pública, aunque el 1 de diciembre del mismo año, el gobierno
federal pretendió dar un albazo, al presentar su propia propuesta. Finalmente se concretó
y dio prioridad a la iniciativa del “Grupo Oaxaca”, la que por cierto era
respaldada por el entonces perredista Martí Batres y el periodista Jenaro
Villamil, ahora fervientes defensores de la 4T y de la opacidad. Las iniciativas fueron
conjuntadas y discutidas y tras ello se logró el consenso de una propuesta de
ley, aprobada en el mes de abril de 2022. A partir de ahí
paulatinamente se fue obligando al Estado a dar a conocer la información que ya
de sí debió ser pública. No obstante, desde el
sexenio de Andrés Manuel López Obrador comenzaron las reticencias. EL GOLPE Por lo menos un año
antes de irse del cargo, el Presidente de México atacó de manera constante a
los órganos autónomos al acusarlos de opacidad, de burocratismo, de altos
sueldos y de corrupción, esto último que jamás fue comprobado. Obrador no pudo
concretar sus proyectos pero dejó a Claudia Sheinbaum la tarea, que no tardó ni
dos meses para hacerla realidad. La semana pasada,
primero la Cámara de Diputados federal, luego el Senado de la República y
después la mayoría de los Congresos locales, avalaron la desaparición de siete
órganos. Así, de un plumazo,
fueron extinguidos el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la
Información y Protección de Datos Personales (INAI), el Instituto Federal de
Telecomunicaciones (Ifetel), la Comisión Federal de Competencia Económica
(Cofece), el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social
(Coneval), la Comisión Reguladora de Energía (CRE), la Comisión Nacional de
Hidrocarburos (CNH) y Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación
(Mejoredu). ¿Quién o quiénes
absorberán las funciones de dichos órganos? El INAI pasará a la nueva
Secretaría Anticorrupción y de Buen Gobierno; el Coneval, al Instituto Nacional
de Estadística y Geografía (Inegi); las de la CRE y la CNH, a la Secretaría de
Energía, y las de Mejoredu a la SEP. LA INCERTIDUMBRE No es menor la
determinación, tratándose del órgano de transparencia, pues si era complicada
la ruta para conseguir que la información pública fuera realmente pública,
ahora lo será más. En el sexenio morenista
recién concluido, López Obrador hizo todo lo posible por ocultar los contratos
de obra pública en sus obras insignia y hasta para su seguridad personal;
tendrán que pasar, en algunos casos, por lo menos cinco años para conocer los
documentos, y para entonces ya no habría posibilidad de enjuiciar los probables
casos de corrupción. En Oaxaca, cuna de la
transparencia, también se sigue la misma dinámica y más ahora con el Órgano
Garante de Acceso a la Información Pública, que aún encabeza Josué Solana
Salmorán y quien sólo ha sido complaciente con las instituciones públicas. Por un lado, procurando
impedir o enredando las solicitudes de transparencia y por el otro lado
adulando a los titulares de dependencias y organismos de la administración
pública estatal, entregándoles diplomas de reconocimiento de que sí cumplen con
las medidas de transparencia. Hasta el “Grupo Oaxaca”
murió, pues una vez extinguidos los órganos, ya ninguno de sus fundadores ha
alzado la voz para recriminar la muerte de la transparencia. Sólo el diario “El
Imparcial” de la entidad, en el marco de su reciente aniversario, publicó un
recuento de la iniciativa de hace 32 años y esta semana comenzó a difundir las
ponencias en esa histórica conferencia que derivaron en una ley… ahora asesinada. ¿Qué pasará? Que Morena
seguirá imponiendo su ley y su voluntad, por encima de las instituciones y que,
por supuesto, la transparencia no será, ni por mucho, su característica en el
gobierno federal, en los estados y en los municipios que gobierna.