DE ÁNGELES Y DEMONIOS
GUADALUPE RÍOS
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Transformación... de formas de lucha El Istmo espera otro nuevo bloqueo, uno más de
los miles que se han registrado a lo largo de décadas. Acostumbrados estamos a
que en el Estado de Oaxaca todo mundo bloquea carreteras, toma oficinas,
secuestra funcionarios, realiza marchas y se planta ante oficinas públicas como
medida de presión para exigir respuesta a sus demandas —no siempre legítimas ni
claras— y ahora se avecina una nueva movilización. Los bloqueos carreteros fueron en su momento el
último recurso utilizado por los líderes de la COCEI en Juchitán e hicieron
famoso al llamado “Rey del Bloqueo” Manuel Vásquez Nicolás, pues era el
encargado de organizarlos; sin embargo, al ver buenos resultados, en poco
tiempo bloquear carreteras se volvió un “deporte” muy practicado y desde luego
un “negocio” muy rentable para algunos. Por eso se convirtió en la medida recurrente e
inmediata de los líderes de toda calaña, aunque también una medida ampliamente
rechazada por los sectores productivos de la región debido a las cuantiosas
pérdidas económicas que representan. La mayoría, si no es que todos los
presidentes de los gobiernos de la COCEI han realizado marchas o han bloqueado
carreteras como medida de presión para conseguir respuesta a sus demandas. Los bloqueos provocan afectaciones inmediatas.
Productos perecederos echados a perder, retraso en la entrega de mercancías e
incumplimiento de contratos, pérdida de vuelos aéreos, imposibilidad de acudir
a citas médicas o hasta muerte de personas porque muchas veces la necedad y la
cerrazón de los responsables impedía el paso de ambulancias con pacientes en
estado crítico, además del natural malestar de quienes se ven obligados a
trasbordar y hacer largas caminatas para llegar a su destino. Durante más de 30 años los choferes de camiones
de carga de empresas privadas nacionales
o pipas de Pemex, habitantes de la región y de todo el país que han
tenido la necesidad de cruzar el Istmo oaxaqueño saben lo que es permanecen
varados en la ciudad o en plena carretera, sin señal telefónica, sin agua, sin
alimentos en largos embotellamientos que no los dejan moverse ni para atrás ni
para adelante causando estragos también a la economía de los propios comerciantes
del pueblo que dicen defender. Las marchas son menos dañinas y más
impactantes, pero representan un enorme esfuerzo físico de quienes participan
en ella; también requieren de una fuerte inversión para alimentar a todos los
marchistas, lugares donde pernoctar y espacios para el aseo... todo un reto de
organización y logística que representa mucho desgaste físico y económico; por
eso lo más fácil es el bloqueo carretero. A veces dependiendo de la buena gestión o de si
es una demanda justa un bloqueo dura una o dos horas, pero otras veces puede
durar de dos a tres días e incluso algunos han permanecido hasta por dos
semanas. Para bloquear solo se requiere una docena de
personas y basta con poner piedras y palos sobre la carpeta asfáltica o poner
un autobús secuestrado de alguna línea de transportes o un camión pesado
mientras los que protestan se cubren del sol bajo árboles a un costado de la
carretera en espera de la respuesta de las autoridades. Se ha llegado a bloquear para negociar desde la
entrega de recursos públicos, el pago de programas de vivienda y apoyos al
campo; se bloquea porque no hay luz o porque la cobran muy cara y también
porque no están de acuerdo con proyectos de desarrollo. Se bloquea por la rehabilitación de escuelas
públicas, por problemas poselectorales, pero también por la liberación de
presos políticos y hasta para que liberen a presuntos delincuentes buscados por
la justicia o para que los regresen a sus celdas en tal o cual estado. Se bloquea por todo y bloquean todos: sindicatos,
organizaciones sociales, grupos políticos y particulares incluso por problemas
laborales de empresas privadas. Este es el Istmo de Tehuantepec y en puerta
tenemos otro posible bloqueo. Ya lo está consultado no con su cabildo sino ¡en
redes sociales! el presidente de Juchitán. Ojalá impere la cordura y no se
someta a la región y a miles de habitantes a otro bloqueo carretero más que
termine de dar la estocada final a los habitantes de esta región tan
noble. Juchitán y el Istmo, ya no soportan más de lo
mismo; aquí se votó por la transformación, pero no solo de fondo, también de
forma; incluso en la forma de luchar y exigir los derechos.
