EL ZUMBIDO DEL MOSCARDÓN
Francisco Alejandro Leyva Aguilar
X: @leyvaguilar
Hoy hace 109 años dejó
de existir en lejanas tierras europeas, el más ilustre de los hijos paridos por
esta tierra oaxaqueña. ¿Acaso más que Benito Pablo Juárez García?, me
preguntarían algunos y yo respondería con toda certeza que sí. Juárez nunca
tuvo más reconocimientos que los propios y muy grandes que le hizo Porfirio
Díaz, “el Soldado de la Patria”. Quizá la asociación
simbiótica que hubo entre uno y otro aquí en su tierra, cuando el indígena
zapoteca le quitó los hábitos al futuro militar y le puso libros liberales en
las manos, amén de iniciarlo en los -entonces clandestinos- trabajos de las
logias masónicas e inscribirlo en la carrera de derecho en el prestigiado
Instituto de Ciencias y Artes del Estado de Oaxaca, a la sazón del tiempo hoy
la devaluada Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), Juárez y
Díaz tienen una historia indisoluble pero no del todo justa. Si Díaz se convirtió en
el “soldado de la Patria”, fue por la iniciativa de Juárez que lo involucró en
los movimientos liberales y si Juárez logró gobernar poco más de 20 años la
república, fue porque Díaz se la puso en las manos al aplastar a los franceses
en Miahuatlán, en Puebla y finalmente en la Ciudad de México. El verdadero
héroe de la batalla del 5 de mayo, no fue Ignacio Zaragoza, sino Porfirio Díaz. Ambos construyeron la
república, pero sin duda Díaz construyó el mito que hoy conocemos como el
Benemérito de las Américas. Porfirio necesitaba un héroe y lo encontró en su
paisano, por eso le construyó un hemiciclo que pervive hasta nuestros días, por
eso post mortem -eso sí- reconoció el valor de las leyes de reforma y de la
constitución de 1857 y por eso lo elevó a un rango al que el zapoteco nunca
hubiese llegado por si solo y menos en vida. Siempre he dicho que la
historia de México no puede disociarse de la de Oaxaca y en mucho por las
acciones de Porfirio Díaz a lo largo de 30 años en el poder. Mientras Juárez
nunca regresó a Oaxaca, Díaz construyó muchas obras en cada rincón del estado
pero quizá lo más destacado fue el corredor transístmico uniendo a
Coatzacoalcos Veracruz con Salina Cruz Oaxaca en una vía férrea que también
-como el hemiciclo- existe hasta nuestros días. No hay un rincón de la
República donde no se note la mano del porfiriato, basta subirse a un autobús turístico
en Puebla, en Veracruz, la Ciudad de México o donde quiera y le van a ir
nombrando uno por uno, los edificios que Porfirio Díaz dejó como un mudo legado
que, aunque hablan de la grandeza de la época, no logran gritar como se
debiera, el nombre de su autor y por eso digo que la historia de ambos es
injusta. Mientras en ningún lado
de la República no falta una calle, una colonia, una escuela, una institución
con el nombre de Benito Juárez, son muy pocas las que llevan el nombre del
Soldado de la Patria, porque los libros de texto nos han enseñado que el
porfiriato, fue una época oscura y de opresión en México y jamás se habla de
los aciertos -que fueron muchos- que Porfirio le dio a su Patria. Por ejemplo, el ícono
más importante de la Ciudad de México, Porfirio Díaz lo mandó poner en medio
del Paseo de la Reforma. La victoria Alada que conocemos como Ángel de la
Independencia fue quizá el monumento más emblemático de los festejos del
Centenario de Independencia de México, celebrado justo en el cumpleaños 80 de
Porfirio Díaz. El palacio de las Bellas Artes, obra majestuosa, no hubiese
visto la luz de no ser por el genio y el ingenio del oaxaqueño. El Centenario,
esa moneda de oro macizo que mandó acuñar para festejar las fiestas patrias,
que entonces valía solo 50 pesos, es una moneda que hasta el día de hoy se
puede comprar en bancos a un precio 51… mil 297 pesos. Porfirio de Jesús Díaz
Mori dejó de existir un dos de julio de 1915 en Paris, Francia en el exilo y
acompañado de su esposa Carmen Romero Rubio. Murió después de que Europa casi
entera lo reconoció como un héroe transformador, como un administrador ejemplar
y por lo que recibió distinciones que ningún otro mexicano ha recibido. Un periódico francés de
la época consignó un momento histórico …y el general Gustave Léon Niox sacó la
espada que Napoleón Bonaparte usó en la batalla de Austerlitz y la colocó en
las manos del general Porfirio Díaz quien hizo pública su emoción por tener la
espada al decir “es un honor inmerecido”, a lo que el General Gustave Niox
contestó “nunca ha estado en mejores manos”. Porfirio Díaz ha sido
el único extranjero al que el gobierno francés le ha dado la llave del “Hotel
National des invalides” y ha sido el único que ha abierto la tumba del Corso. Europa para ese 2 de julio
de 1915 ya estaba enfrascada en lo que sería la Primera conflagración mundial y
sin embargo, al generalísimo no le importaba tanto la sangre derramada en
Europa más que la que corría en ríos escarlata por los polvorientos caminos de
México que ya estaba en su revolución. Murió pensando en México en Oaxaca, en
su patria querida y hoy, a pesar de la fama del camposanto (Montparnasse),
quién sabe si “el llorón de Icamole” descansa en paz. @leyvaguilar Instagram: leyvaguilar_ Facebook: Francisco
Alejandro Leyva Aguilar