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  • Oaxaca de Juárez, lunes, 14 de julio de 2025

ZONA CRÍTICA


Ismael García M.

X: @May_Garcia_M_

Oaxaca, Oax., a 14 de julio de 2025.- Dice la Real Academia de la Lengua Española que gentrificación es el “Proceso de renovación de una zona urbana, generalmente popular o deteriorada, que implica el desplazamiento de su población original por parte de otra de un mayor poder adquisitivo”.

Dice la tan consultada doña Google que gentrificación es: “la transformación de un espacio urbano deteriorado o modesto, en un área más adinerada y elegante tras la llegada de personas con mayor poder adquisitivo a la zona, lo cual puede causar el desplazamiento de los residentes originales, ya que los precios de la vivienda, el alquiler y de los bienes y servicios de la zona aumentan significativamente.

“A su vez puede derivar de nuevos planes de intervención urbana y arquitectónica dados por entes tanto públicos como privados que buscan impulsar el crecimiento del mercado en la zona de influencia”.

También refiere que es “la construcción de centros comerciales o tiendas pertenecientes a grandes cadenas, relegando a los pequeños negocios. La gentrificación, tras realizar los cambios físicos arquitectónicos y urbanísticos, puede llegar a generar una transformación en la conformación de la población, caracterizada por el desplazamiento de habitantes históricamente propios del sitio, una población con mayores recursos económicos”.

¿Y qué con la turistificación? Es un término más moderno, más reciente, y los conocedores coinciden en que es un proceso mediante el cual un lugar se transforma en un espacio principalmente enfocado en el turismo, a menudo a expensas de la población local y su cultura. Este fenómeno puede llevar a cambios en la economía, el paisaje urbano y la vida social de un área, con implicaciones tanto positivas como negativas. 

Como sea, ¿a quién beneficia o a quién perjudica? Ambos fenómenos los vive la ciudad de Oaxaca, capital del estado, y tarde o temprano tendrían que presentarse.

Muy exagerado sería decir que la ciudad “sufre” ambas situaciones; más bien, ¿quién las sufre? Porque es un hecho que nadie está siendo corrido por la fuerza de su domicilio en el centro de la ciudad de Oaxaca o de zonas de alta afluencia turística.

Y debemos preguntarnos ¿queremos o no turistas? ¿Queremos o no queremos ingresos, ganancias? En todo caso, ¿a quién le corresponde aplicar normas para que haya un equilibrio? Efectivamente, es un asunto polémico.

CASO CDMX

En Europa ya habido expresiones de inconformidad en muchas ciudades, por el exceso de turistas, como sucedió en Barcelona, en junio pasado, bajo el grito de “un turista más, un residente menos”; hubo manifestaciones también en Granada, San Sebastián, Ibiza, Mallorca y Venecia.

En Mallorca, unas cinco mil personas se congregaron en la mayor manifestación del día, incluso echaron agua a visitantes; asimismo, hubo protestas en Venecia, Italia, y Lisboa, Portugal.

En la ciudad de México, apenas el pasado 4 de julio, justo el día de la independencia de los Estados Unidos, hubo una movilización que derivó en actos vandálicos y expresiones racistas.

Y tras ello devino además en un cruce de acusaciones de tinte partidista; la discusión subió de tono con la agresión al creador de contenidos en redes sociales, “Luisito Comunica”.

En realidad poco positiva la discusión sobre el tema en una urbe con más de 20 millones de personas, tanto en la Ciudad de México, como en su zona Metropolitana y que, a nuestra consideración, es prácticamente imposible frenar el desarrollo comercial y turístico, que no es de años recientes, sino incluso de décadas.

En la capital del país, recientemente se han tomado algunas medidas: desde abril de 2024, los anfitriones de Airbnb, Booking y de otras plataformas deben inscribirse en el Registro de Anfitriones de la Secretaría de Turismo de la Ciudad de México, así como en el Registro de Plataformas. 

También deben reportar semestralmente la ocupación. Asimismo, se prohibió registrar como Airbnb las viviendas de interés social o las que fueron reconstruidas con fondos públicos tras el sismo de septiembre de 2017.

Para reforzar estas medidas, en octubre de 2024 se aprobó una reforma limitando a 180 noches (50% del año) la renta de viviendas a través de plataformas. 

Con ello se busca limitar la proliferación de este tipo de alquileres que terminan por desplazar a la población local. No obstante, los dueños y representantes de Airbnb se ampararon, pues rechazan estas medidas (albasud.org).

Por lo pronto, para el próximo domingo está programada en la Cdmx otra marcha contra la gentrificación, pero hasta ahora no hay una discusión sana, real, de nivel, para descifrar este fenómeno y en consecuencia tomar acciones.

EN OAXACA

En la ciudad de Oaxaca es donde se ve un mayor desplazamiento de zonas habitacionales por espacios turísticos; de hecho, ocurre desde hace por lo menos una década y no parece tener freno.

En el Centro Histórico prácticamente ya no hay viviendas y la mayoría de las casas antiguas han sido adaptadas para centros de hospedaje, de alta gama o de renta temporal como es Airbnb.

La misma situación ocurre en los barrios de San Matías Jalatlaco y Santo Tomás Xochimilco, con mayor identidad tradicional pero que por ello han sido preferidos por los turistas, muchos de los cuales optan por residir de manera permanente o temporal por varios meses.

En el caso del comercio, también hay un auge de bares, cafés y restaurantes, en que acuden en su mayor número personas visitantes, foráneas o extranjeras.

Ello, por supuesto, ha originado el incremento excesivo de precios en el hospedaje y en los alimentos.

No hay tanto, en cambio, construcción de edificios o centros comerciales, en el centro y en la zona metropolitana. 

Apenas la semana pasada, a raíz de la manifestación en la Cdmx, en la capital oaxaqueña hubo una conferencia de prensa de un grupo de personas que se dicen representantes de organismos de la sociedad civil, para dar a conocer un encuentro, del 16 al 21 de julio, donde se debatirá el tema de la gentrificación y cuya sede será el municipio de Santa María Atzompa.

Integrantes de colectivos como Radical, la Miscelánea Oaxaqueña y la Asamblea de los Pueblos Indígenas del Istmo en Defensa de la Tierra y del Territorio, acusaron al gobierno porque no ha asumido su responsabilidad en estos procesos sino que “ha optado por deslegitimar la protesta ciudadana acusándola de xenofobia o discriminación hacia personas extranjeras”. 

El modelo de turistificación en el estado de Oaxaca, externaron, no está sirviendo para las y los oaxaqueños sino se queda en manos de inversionistas, empresas hoteleras, revistas de viaje, aerolíneas, etcétera, pero no en el estado.

Aunque en la conferencia no hubo propuestas para frenar esos fenómenos, esperemos que durante su foro los haya.

¿QUÉ HACEMOS?

Evidentemente que no hay forma de parar la gentrificación y la turistificación, principalmente por que son fuente de empleos y de ingreso, primero para los inversionistas y luego para la población laboral.

Evidentemente que seguirán creciendo los comercios y los centros de hospedaje para dar mayor cabida a un cada vez mayor número de visitantes.

En lo que no estamos de acuerdo es que los restaurantes de lujo, con o sin estrellas Michelin, se han apropiado de la comida tradicional y mientras más “autóctona”, más cara.

Unas memelas y una bebida no rebasan los cien pesos en cualquier local o comedor de la ciudad, pero en esos sitios exclusivos, el costo puede ascender hasta a 500 pesos.

Lo que sí debería haber es una mayor regulación, por parte del Gobierno del Estado y de la autoridad municipal, en este caso de Oaxaca de Juárez.

Nadie está obligando, con un arma o de cualquier otra forma, a los dueños de viviendas en el centro de la ciudad, a vender o rentar su propiedad para fines turísticos o comerciales. En todo caso es una negociación, pero nada a la fuerza.

También nadie nos obliga como oaxaqueños a consumir en dichos restaurantes o cafés de lujos para turistas; pero sí a denunciar a quienes de manera tradicional han vendido dichos productos y que de la noche a la mañana incrementan sus precios, sin justificación. Claro, ahí deberá entrar la autoridad respectiva para actuar ante denuncias.

Tampoco las personas que decidieron vender o rentar sus inmuebles en el centro están viviendo un desplazamiento a otros lados, pues son de alto poder adquisitivo y lo hicieron por su voluntad.

Finalmente repetimos la pregunta, ¿queremos o no queremos que vengan más turistas? ¿Queremos que haya derrama económica, aunque sea por temporadas, como en la Guelaguetza? O de plano no necesitamos de los visitantes.

 

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