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  • Oaxaca de Juárez, martes, 08 de julio de 2025

Unen fuerza y vitalidad; fallan hoy el Vargas Llosa de Novela


REDACCIÓN VIVO NOTICIAS

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GUADALAJARA.- Un hombre que toda su vida intenta encontrarle el sentido al mal, un conflicto ideológico que permea a lo largo de tres generaciones, la historia de un padrastro que es poeta, el mito de Eva cuando pasa a ser verdad divina y las excursiones de pesca de los varones de un pueblo.

Éstos son los temas que inspiran las cinco obras finalistas del Premio de Novela de la IV Bienal Mario Vargas Llosa, dotado con cien mil dólares, que hoy se falla: La buena suerte de la española Rosa Montero (1951), Volver la vista atrás del colombiano Juan Gabriel Vásquez (1973), Poeta chileno del chileno Alejandro Zambra (1975), El libro de Eva de la mexicana Carmen Boullosa (1954) y No es un río de la argentina Selva Almada (1973).

Cada una de las novelas muestra una maquinaria totalmente distinta; representa no sólo su propia manera de ver el mundo, sino que se perciben los universos que las rodean. Son una muestra de la fuerza, de la vitalidad y la diversidad extraordinaria de la literatura de nuestra lengua”, afirmó Carmen Boullosa sobre estos títulos, que fueron presentados por sus autores en una de las mesas que integran la Bienal que hoy se clausura con la participación del Nobel de Literatura peruanoespañol Mario Vargas Llosa, quien entregará el premio.

El libro es un artefacto de relojería. Es una especie de misterio existencial que no tiene que ver con lo policiaco. Es sobre el bien y el mal, y sobre la muerte y el dolor. Las religiones se inventaron para darle al mal un sentido para que no nos destruya; y es que el mal destruye. Hablo de ese Mal con mayúsculas, absoluto y sin sentido que nos vuelve locos. Mi protagonista intenta encontrarle sentido al mal y no lo halla”, narró Rosa Montero.

Y es que no lo hemos encontrado. Yo sólo sé que el arte y la búsqueda de la belleza es una manera de defenderse de ese mal que destruye. Yo escribo para intentar darle al mal y al dolor un sentido que sé que no tienen. Pero en esa búsqueda se va la vida, valiendo la pena”, aseguró la autora española.

Juan Gabriel Vázquez explicó, por su parte, que su obra recrea la historia de una familia de amigos suyos y el personaje principal es el cineasta colombiano Sergio Cabrera. “Cuento toda su vida, desde su niñez como hijo de un exiliado republicano español, que se acerca a las ideas de izquierda en los años 50, y a la Revolución cubana. Y

su hijo crece alrededor de estas ideas.

Luego viajan a la China de Mao, donde Sergio pasa de ser un niño que va a una escuela china a ser un guardia rojo, un militante duro del maoísmo, para después volver a Colombia e involucrarse con la guerrilla maoísta colombiana. Narrar esto tratando de meterme en la piel y en la conciencia de estos personajes, de desaparecer yo mismo como autor, fue el gran reto de la novela”, agregó.

Alejandro Zambra aclaró que la suya es una novela sobre la padrastría. “El personaje principal es un padrastro. Me parece muy significativo por su falta de aparente consistencia previa. Se puede explicar la paternidad y la maternidad biológica y adoptiva; pero el padrastro tiene una historia muy específica y difícil de resumir, nadie quiere ser padrastro.

Además, tenemos una lengua que sanciona y castiga también a los padrastros y a las madrastras con un sustantivo despectivo. Esa carga negativa tiene muchas consecuencias en las relaciones. Y aquí el padrastro es un poeta”, detalló.

Boullosa confesó que Eva “me fastidió hasta que le escribí el libro, me persiguió, me acosó; me interesó como tema, por qué el mito había quedado consolidado así y cómo pasa a ser verdad divina”.

Y Selva Almada añadió que escuchó la anécdota que dispara su relato en una comida de amigos.

Alguien contó que había pescado una raya gigante en el río Paraná y cómo esta acción terminó con un balazo que remata al animal. Me pareció una escena muy potente para empezar a hablar de algo que me causó curiosidad desde niña.

Las excursiones de pesca que hacían los varones de mi pueblo, entre ellos mi padre, era una actividad absolutamente vedada a las mujeres y que permitía a los hombres estar varios días fuera de casa, sin familia y sin responsabilidades, sin hijos. Siempre me preguntaba qué hacían en esas excursiones y de qué hablaban”, señaló.

*Con información de Excélsior

 

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